Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias (Capítulo XVI.)

 

LIBRO: Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias

Los factores detrás de la Rivalidad acelerada entre los E.U, China, Rusia, la U.E y Japón. Una crítica del análisis de la izquierda y una semblanza de la Perspectiva Marxista.

 

La CCRI publicó este libro en Enero de 2019. El autor es Michael Pröbsting, Secretario Internacional de la CCRI.

 

Translator: Rubén Jaramilllo

 

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XVI. Derrotismo revolucionario como estrategia combinada

 

 

 

En nuestras Tesis sobre el Derrotismo Revolucionario hemos expresado la siguiente idea: “Los dos aspectos fundamentales del Derrotismo Revolucionario -(i) la negativa a ponerse del lado de cualquier bando en los conflictos entre las Grandes Potencias y (ii) el apoyo activo a la lucha de los pueblos oprimidos para para derrotar a los imperialistas- están indisolublemente vinculados entre sí. Las tensiones entre las Grandes Potencias se basan, en gran medida, en el deseo de cada clase dominante de ampliar su esfera de influencia en el Sur a costa de sus rivales. La opresión y la superexplotación del pueblo oprimido está determinada por el impulso de las grandes potencias por el dominio global.”

 

Como consideramos este enfoque como uno de los aspectos más importantes (y a menudo ignorado o mal entendido) de la lucha antiimperialista, queremos desarrollarlo aquí con más detalle.

 

Para empezar, debemos enfatizar nuevamente que la lucha contra el imperialismo, el militarismo y la guerra no es una lucha separada que estaría sujeta a leyes diferentes a la lucha contra otras características del capitalismo. No, el militarismo y la guerra son parte integrante del mismo sistema y, por lo tanto, la lucha contra el imperialismo y la guerra debe llevarse a cabo con los mismos métodos de lucha de clases independiente que en todos los demás campos de la lucha de clases. La Cuarta Internacional, dirigida por León Trotsky, dejó esto muy claro en una resolución adoptada en un congreso en 1936:

 

“La 'lucha contra la guerra' no puede realizarse como algo separado y al margen de la lucha de clases misma, de la lucha intransigente del proletariado contra el capitalismo imperialista, es decir, contra ese orden social que inexorablemente da lugar a la guerra y la opresión imperialistas, y que es inconcebible sin estos flagelos gemelos. Cualquier intento de llevar a cabo una lucha "contra la guerra" por medio de "métodos especiales" separados o "por encima" de la lucha de clases misma es, en el mejor de los casos, una ilusión cruel y, por regla general, un engaño malicioso que facilita el trabajo de los belicistas imperialistas.” [1]

 

Como describiremos en detalle en los capítulos siguientes, los marxistas básicamente distinguen entre dos tipos diferentes de guerras: entre guerras de opresión y guerras de liberación. Las guerras de opresión son guerras de la clase dominante para imponer sus intereses reaccionarios a expensas de los demás, ya sea contra sus rivales capitalistas o contra la clase trabajadora y el pueblo oprimido. Los socialistas nunca podrán, bajo ninguna circunstancia, apoyar tales guerras de opresión.

 

Las únicas guerras que merecen el apoyo de los socialistas son las guerras de liberación. Tales guerras son guerras en defensa de los intereses de la clase trabajadora y del pueblo oprimido. Tales guerras pueden tomar la forma de guerras civiles, por ejemplo, la Guerra Civil Española de 1936-39, la Guerra de la India contra el pueblo de Cachemira, la Guerra de Rusia contra el Pueblo Checheno o la Guerra Civil Siria desde 2011. También pueden tomar la forma de guerras entre estados, por ejemplo, las guerras imperialistas contra la Unión Soviética o contra países semicoloniales (Afganistán, Irak, etc.). Los socialistas están obligados a apoyar al proletariado y al pueblo oprimido en tales guerras y trabajar por la derrota del campo reaccionario.

 

Trotsky resumió la posición marxista sobre las guerras en una declaración para un congreso pacifista en 1932: “Los bandidos capitalistas siempre hacen guerras “defensivas”, aun cuando Japón marche contra Shangai y Francia contra Siria o Marruecos. El proletariado revolucionario sólo distingue entre las guerras de opresión y las guerras de liberación. El carácter de una guerra no se define por las falsificaciones diplomáticas sino por la clase que conduce la guerra y los fines objetivos que persigue con ella. Las guerras de los estados imperialistas, más allá de sus pretextos y de su retórica política, son opresivas, reaccionarias y van contra el pueblo. Sólo se puede caracterizar como guerras de liberación (...)[2]

 

Los marxistas llamamos “defensismo” al programa para defender el bando de la clase obrera y el pueblo oprimido, mientras que al programa para derrotar al campo reaccionario lo llamamos “derrotismo”. Trotsky enfatizó que comprender el verdadero carácter de una guerra y sacar las conclusiones programáticas correctas es una de las tareas más importantes para cualquier organización revolucionaria: “El problema de la guerra, junto al problema de la revolución, es el criterio de un partido revolucionario. Aquí ninguna equivocación es permitida. La decisión de principio es de antemano clara: defensismo y derrotismo son tan incompatibles como el agua y el fuego. Es necesario decir esto primero que todo. Esta verdad debe enseñarse a los miembros del partido.[3]

 

En su definición más general, el programa marxista de derrotismo significa que los revolucionarios continúan la lucha de clases de los trabajadores y oprimidos contra la clase dominante imperialista en tiempos de guerra y rechazan cualquier apoyo al enemigo de clase. Los revolucionarios desean utilizar las condiciones de la guerra para debilitar y eventualmente derrotar al enemigo de clase. Así es como la Oposición de Izquierda, luchando contra los revisionistas estalinistas, formuló la esencia del derrotismo en un documento oficial en 1927:

 

“¿Qué se entiende por derrotismo? En toda la historia pasada del partido, se entendía que el derrotismo significaba desear la derrota del propio gobierno en una guerra con un enemigo externo y contribuir a tal derrota mediante métodos de lucha revolucionaria interna. Esto se refería, por supuesto, a la actitud del proletariado hacia el estado capitalista.” [4]

 

El mismo Trotsky dio una definición más o menos idéntica ese mismo año: “¿Qué es el derrotismo? Es una política que tiene como objetivo contribuir a la derrota del Estado "propio", que está en manos de la clase enemiga.” [5]

 

Rudolf Klement, un líder de la Cuarta Internacional que fue asesinado por la GPU estalinista en 1938, resumió los principios del derrotismo revolucionario en un artículo que fue elogiado por Trotsky:

 

La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. De aquí que el proletariado debe continuar su lucha de clases en tiempos de guerra, entre otras cosas con los nuevos medios que la burguesía pone a su disposición. Este puede y debe utilizar el debilitamiento de su “propia” burguesía en los países imperialistas para preparar y para llevar adelante de modo implacable su revolución social en conexión con la derrota militar engendrada por la guerra, y tomar el poder. Esta táctica, conocida como derrotismo revolucionario y realizable internacionalmente, es una de las palancas más fuertes de la revolución proletaria mundial en nuestra época, y en consecuencia del progreso histórico.” [6]

 

Los revolucionarios que luchan contra el enemigo imperialista desean utilizar cada crisis -desde recesiones económicas, crisis políticas hasta conflictos militares- con el fin de fortalecer el poder combativo y la conciencia de la clase trabajadora y las masas oprimidas y debilitar, y eventualmente derrocar a las fuerzas armadas de la clase dominante. Por eso los marxistas ven las guerras imperialistas siempre desde la perspectiva de cómo pueden transformarse en una guerra revolucionaria contra los gobernantes imperialistas.

 

 

 

La naturaleza contradictoria del imperialismo como base objetiva del antiimperialismo

 

 

 

Sin embargo, antes de abordar los aspectos específicos del programa del derrotismo revolucionario tenemos que aclarar uno de sus aspectos más fundamentales. El derrotismo revolucionario es una estrategia combinada. Esto significa que combina la lucha antiimperialista contra todas las Grandes Potencias con el apoyo a todas las luchas de liberación de los trabajadores y el pueblo oprimido contra todas las Grandes Potencias y sus representantes. ¡El programa del derrotismo es una estrategia combinada o no es derrotista en absoluto!

 

Por eso Trotsky enfatizó en analizar el carácter de cada conflicto lo más concreto posible y, al mismo tiempo, reconocer las relaciones entre ellos: “Enseñar a los obreros a comprender correctamente el carácter de clase del estado (imperialista, colonial, obrero) así como sus contradicciones internas, permitirá que los obreros extraigan las conclusiones prácticas correctas en cada situación determinada.” [7]

 

Esta estrategia combinada es la única conclusión posible de la teoría marxista del imperialismo. Como hemos demostrado anteriormente, Lenin, Trotsky y otros marxistas prominentes del siglo XX siempre fueron claros acerca de la naturaleza del imperialismo como un sistema donde un pequeño número de monopolios y Grandes Potencias rivalizan entre sí por la dominación del mundo y la explotación de sus recursos económicos. Por lo tanto, el imperialismo, por definición, implica la opresión y explotación de los países y pueblos del Sur dependientes y subordinados por estos monopolios y Grandes Potencias. Reproduzcamos de nuevo la definición de imperialismo de Lenin:

 

Hay que empezar por definir, del modo más exacto completo y posible, qué es el imperialismo. El imperialismo es una fase histórica especial del capitalismo. Su carácter específico tiene tres peculiaridades: el imperialismo es 1) capitalismo monopolista; 2) capitalismo parasitario o en descomposición; 3) capitalismo agonizante. La sustitución de la libre competencia por el monopolio es el rasgo económico fundamental, la esencia del imperialismo. El monopolismo se manifiesta en cinco formas principales: 1) cártels, sindicatos y trusts; la concentración de la producción ha alcanzado el grado que da origen a estas asociaciones monopolistas de los capitalistas; 2) situación monopolista de los grandes Bancos: de tres a cinco Bancos gigantescos manejan toda la vida económica de los EE.UU., de Francia y de Alemania; 3) apropiación de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarquía financiera (el capital financiero es el capital industrial monopolista fundido con el capital bancario); 4) se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre los cártels internacionales. ¡Son ya más de cien los cártels internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten "amigablemente", hasta que la guerra lo redistribuya! La exportación del capital, como fenómeno particularmente característico a diferencia de la exportación de mercancías bajo el capitalismo no monopolista, guarda estrecha relación con el reparto económico y político-territorial del mundo. 5) Ha terminado el reparto territorial del mundo (de las colonias)”. [8]

 

De esto se deduce que la opresión imperialista y la superexplotación del pueblo colonial y semicolonial son características esenciales del actual sistema mundial:

 

El imperialismo es la opresión creciente de las naciones del inundo por un puñado de grandes potencias (…) Por esta razón, punto central en el programa socialdemócrata debe ser la división de las naciones en opresoras y oprimidas, división que constituye lo esencia del imperialismo v que los socialcliovinistas y Kautsky eluden engañosamente. Esta división no tiene importancia desde el punto de vista del pacifismo burgués o de la utopía pequeñoburguesa de la competencia pacífica de las naciones independientes en el régimen capitalista, pero es esencial desde el ángulo de la lucha revolucionaria contra el imperialismo.” [9]

 

En otras palabras, los monopolios imperialistas y las grandes potencias existen y solo pueden existir a) en rivalidad entre sí y b) oprimiendo y explotando a las naciones oprimidas. Ambos aspectos están relacionados entre sí porque los monopolios y las grandes potencias luchan por obtener más ganancias y poder solo pueden satisfacerse expandiendo su influencia global y participación de mercado a costa de sus rivales y exprimiendo más riqueza de los pueblos oprimidos.

 

Esta naturaleza contradictoria del imperialismo constituye la base objetiva del programa antiimperialista y tiene profundas consecuencias para la lucha revolucionaria. Ya que ambos aspectos están orgánica y objetivamente vinculados entre sí, cualquier estrategia significativa contra las Grandes Potencias debe tomar ambas en cuenta e integrarlas en una estrategia única y unificada.

 

Es por eso que Lenin enfatizó ya en medio de la Primera Guerra Mundial, cuando las Grandes Potencias masacraban a millones de personas en los campos de batalla, la importancia crucial de las luchas de liberación de las naciones oprimidas. Lo hizo a pesar del hecho de que en ese momento apenas hubo levantamientos nacionales de este tipo. Pero Lenin comprendió plenamente la estrecha conexión entre la rivalidad entre las grandes potencias y la opresión imperialista del pueblo colonial y semicolonial. Hizo hincapié en esta conexión en numerosas ocasiones:

 

Desde el punto de vista teórico sería totalmente erróneo olvidar que toda guerra no es más que la continuación de la politica por otros medios. La actual guerra imperialista es la continuación de la política imperialista de dos grupos de gran des potencias, y esa política es originada y nutrida por el con junto de las relaciones de la época imperialista. Pero esta misma época ha de originar y nutrir también, inevitablemente, la política de lucha contra la opresión nacional y de lucha del proletariado contra la burguesía, y por ello mismo, la posibilidad y la inevitabilidad, en primer lugar, de las insurrecciones y guerras nacionales revolucionarias; en segundo lugar, de las guerras e insurrecciones del proletariado contra la burguesía; en tercer lugar, de la fusión de los dos tipos de guerras revolucionarias, etc.[10]

 

Los marxistas no hemos olvidado nunca que la violencia acompañará inevitablemente la bancarrota del capitalismo en toda su amplitud y al nacimiento de la sociedad socialista. Y esa violencia abarcará un periodo histórico-universal, toda una era de guerras del carácter más diverso: guerras nacionales, guerras de liberación de las nacionalidades aplastadas por los imperialistas y por distintas combinaciones de las potencias imperialistas integrantes ineluctablemente de unas y otras alianzas en la época de los gigantescos trusts y consorcios militares y capitalistas de Estado.” [11]

 

De esto se deduce que los marxistas tienen que luchar activamente para ganar a la vanguardia de la clase trabajadora y los oprimidos para combinar su lucha contra las grandes potencias con la lucha de liberación de la gente oprimida.

 

Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas no solo son posibles y probables, sino también inevitables y progresistas, revolucionarias, aunque, claro está para que tengan éxito es imprescindible aunar los esfuerzos de un inmenso número de habitantes de los países oprimidos (centenares de millones en el ejemplo de la India y de China, aportado por nosotros) o que se dé una conjugación especialmente favorable de los factores que caracterizan la situación internacional (por ejemplo, paralización de la intervención de las potencias imperialistas como consecuencia de su agotamiento, de su guerra de su antagonismo, etc.), o la insurrección simultánea del proletariado de una de las grandes potencias contra la burguesía (este caso, el último en nuestra enumeración, es el primero desde el punto de vista de lo deseable y ventajoso para la victoria del proletariado).” [12]

 

El carácter objetivamente combinado de la estrategia del derrotismo también se refleja siempre en el siguiente hecho. Dada la interconexión objetiva entre la Rivalidad de las Grandes Potencias y la lucha de los oprimidos contra las Grandes Potencias, a menudo sucede que las primeras influyen en las últimas y viceversa. Hemos tratado este tema extensamente en otros trabajos. [13]Es suficiente decir en este lugar que puede haber casos en los que tal interferencia de las Grandes Potencias en una lucha de liberación en curso se vuelva tan dominante que el carácter de estas luchas se transforme y se convierta en una lucha indirecta por los intereses de una u otra Gran Potencia. Sin embargo, sería una tontería suponer que la interferencia de la Gran Potencia como tal ya resulta en tal transformación. Los marxistas deben emprender un análisis concreto de la situación concreta.

 

La historia ha visto numerosos casos en los que se produjeron tales combinaciones de guerras interimperialistas y guerras de liberación. En nuestro análisis mencionado anteriormente, hemos elaborado una serie de ejemplos. Aquí nos limitamos a algunos de ellos. En la Segunda Guerra Mundial los revolucionarios tuvieron que tener en cuenta que esta guerra global incluía tres tipos diferentes de guerra: a) la guerra entre Grandes Potencias imperialistas (Alemania-Italia-Japón vs. Estados Unidos-Reino Unido-Francia), la guerra entre una Gran Potencia imperialista y un estado obrero degenerado (Alemania contra la URSS) y guerras entre las grandes potencias contra los pueblos oprimidos (Alemania contra los oprimidos en los países europeos ocupados; Japón contra los oprimidos en los países ocupados del sudeste asiático, Gran Bretaña contra los indios personas, etc.) Naturalmente, cada Gran Potencia trató de debilitar a su enemigo apoyando a la URSS o a los pueblos oprimidos con armas, etc. La IV Internacional trotskista desplegó una táctica que diferenciaba los personajes de los diferentes tipos de guerras. Tomaron una posición de derrotismo revolucionario en ambos lados en la guerra entre los dos campos imperialistas, pero apoyaron a la URSS y al pueblo oprimido contra dicha Gran Potencia.

 

Hoy también existen tales situaciones complicadas como las que podemos ver actualmente en Siria. Los revolucionarios apoyan la lucha de liberación en curso de los rebeldes contra la tiranía de Assad y sus amos imperialistas rusos. En los enfrentamientos entre los rebeldes pro-turcos (que apoyan el traicionero proceso Astana/Sochi) y los rebeldes que se oponen a Astana, se ponen del lado de este último. Apoyan a los rebeldes en su lucha contra Daesh/ISIS. Pero se oponen al ataque imperialista estadounidense con la ayuda de las YPG/SDF kurdas contra Daesh. En los conflictos entre las tropas asadistas prorrusas y las tropas de las YPG/SDF pro estadounidenses, los revolucionarios no toman partido, ya que ambos son representantes imperialistas. [14]

 

Otro ejemplo son los ataques aéreos imperialistas occidentales en Libia durante la revolución popular contra la dictadura de Gaddafi. Sin embargo, estos ataques aéreos, a los que los revolucionarios se opusieron resueltamente, no se convirtieron en el elemento dominante en la lucha de liberación, es decir, la lucha de liberación contra Gaddafi mantuvo su carácter progresista y no se transformó en una guerra por poderes para los imperialistas (contrariamente a las tontas afirmaciones de los Estalinistas y varios pseudo-trotskistas). Esto fue confirmado por los eventos que siguieron a la caída de Gaddafi. Si la guerra civil contra Gaddafi hubiera sido una guerra indirecta de agentes de la OTAN (como afirman los estalinistas y semiestalinistas), la OTAN habría tomado el control después de la caída de Gaddafi en el otoño de 2011. Sin embargo, sucedió lo contrario: más de siete años después de la caída de la dictadura, los imperialistas aún no han logrado controlar a Libia. De hecho, tuvieron que evacuar sus embajadas y un embajador de Estados Unidos fue asesinado. [15]

 

Una naturaleza tan compleja y contradictoria de las guerras, cuando el aspecto de las luchas de liberación y el aspecto de la intervención imperialista están presentes, no era desconocida para los clásicos marxistas. De hecho, Lenin y Trotsky eran plenamente conscientes de tales combinaciones de diferentes tipos de guerras y esbozaron una respuesta revolucionaria.

 

 

 

Los clásicos marxistas sobre la estrategia combinada

 

 

 

Trotsky advirtió contra cualquier esquema mecánico que ignorara la naturaleza dialéctica y contradictoria de tales conflictos. “En el noventa por ciento de los casos, los obreros realmente ponen un signo menos donde la burguesía pone un más. Sin embargo, en el diez por ciento, se ven forzados a poner el mismo signo que la burguesía, pero con su propio sello, expresando así su desconfianza en ella. La política del proletariado no se deriva de ninguna manera automáticamente de la política de la burguesía, poniendo sólo el signo opuesto (esto haría de cada sectario un estratega magistral). No, el partido revolucionario debe, cada vez, orientarse independientemente tanto en la situación interna como en la externa, llegando a aquellas conclusiones que mejor corresponden a los intereses del proletariado. Esta regla se aplica tanto al período de guerra como al de paz". [16]

 

Lenin explicó que en la época del imperialismo las grandes potencias siempre intentarán interferir y utilizar los conflictos nacionales y democráticos. Sin embargo, este hecho no debería llevar a los marxistas a adoptar automáticamente una posición derrotista en lugar de una posición revolucionaria-defensista en tales conflictos. Más bien, la posición adoptada por los marxistas debería depender de qué factor se torna dominante: la lucha nacional por la liberación democrática o la guerra imperialista de conquista.

 

Por otra parte, los socialistas de las naciones oprimidas deben defender particularmente y poner en práctica la unidad completa e incondicional, incluyendo la unidad organizativa, de los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora. Sin esto es imposible defender la política independiente del proletariado y su solidaridad de clase con el proletariado de otros países, en vista de todas las intrigas, traiciones y fraudes de la burguesía. Pues la burguesía de las naciones oprimidas siempre utiliza las consignas de liberación nacional para engañar a los obreros; en su política interna utiliza estas consignas para los acuerdos reaccionarios con la burguesía de las naciones dominantes (por ejemplo, los polacos de Austria y Rusia, que se ponen de acuerdo con los reaccionarios para oprimir a los judíos y ucranianos); en su política exterior, trata de llegar a un acuerdo con una de las potencias imperialistas rivales para llevar a cabo sus planes de rapiña (la política de los pequeños países balcánicos, etc.). El hecho de que la lucha por la liberación nacional contra una potencia imperialista puede ser aprovechada, en determinadas condiciones, por otra “gran” potencia para sus propios fines, igualmente imperialistas, no puede hacer que los socialdemócratas renuncien a reconocer el derecho de las naciones a la autodeterminación, como tampoco los múltiples casos en que la burguesía utiliza las consignas republicanas con fines de engaño político y rapiña financiera (como por ejemplo en los países latinos) pueden hacer que los socialdemócratas renuncien a su republicanismo.” [17]

 

Más tarde, cuando se enfrentó al complejo escenario de la próxima Segunda Guerra Mundial, Rudolf Klement elaboró el enfoque marxista:

 

La lucha de clases y la guerra son fenómenos internacionales, que se deciden internacionalmente. Pero como toda lucha no permite que haya más que dos campos (bloque contra bloque) y como las luchas imperialistas se entrelazan con la guerra de clase (imperialismo mundial-proletariado mundial), surgen muchos casos complejos y con múltiples aristas. La burguesía de los países semi-coloniales o la burguesía liberal amenazada por su “propio” fascismo, apela a la ayuda de los imperialismos “amigos”; la Unión Soviética, por ejemplo, intenta utilizar los antagonismos entre los imperialismos cerrando alianzas con un grupo contra otro, etc. El proletariado de todos los países, la única clase solidaria internacionalmente –y por ello la única clase progresiva entre otras cosas-, se encuentra en la complicada situación en tiempos de guerra, especialmente en la nueva guerra mundial, de combinar el derrotismo revolucionario hacia su propia burguesía con el apoyo a las guerras progresivas.”

 

Klement defiende un enfoque dialéctico, argumentando que “el proletariado, especialmente en los países imperialistas, necesita tener, en esta situación claramente contradictoria, una comprensión particularmente clara de estas tareas combinadas y de los métodos para llevarlas a cabo”. Y, al final de su artículo, continúa enfatizando: “Así vemos cómo diferentes situaciones de guerra requieren que el proletariado revolucionario de los diferentes países imperialistas, si desea permanecer fiel a sí mismo y a su meta, implemente diferente formas de lucha, las que pueden parecer a los espíritus esquemáticos “desviaciones” del principio básico del derrotismo revolucionario, pero que en realidad resultan de la combinación del derrotismo revolucionario con la defensa de ciertos campos progresivos.” [18]

 

Es este método concreto y dialéctico que desarrollaron los clásicos marxistas y que aplicamos hoy a los diferentes tipos de guerras que ocurren en una situación mundial caracterizada por crecientes contradicciones y rivalidades.

 

Y es exactamente esta naturaleza dialéctica y contradictoria de los conflictos lo que casi todos los reformistas y centristas no comprenden. En el mejor de los casos, toman sólo uno u otro aspecto del programa derrotista, pero no la estrategia en su totalidad. O peor aún, ni siquiera comprenden uno de esos elementos complejos del derrotismo revolucionario como estrategia combinada.

 

El resultado de tal fracaso, como afirmamos en las Tesis y como explicamos con más detalle a continuación, es que una oposición contra las Grandes Potencias sin un apoyo total a las luchas de liberación del pueblo oprimido es, en el mejor de los casos, un “antiimperialismo platónico” o “socialimperialismo enmascarado” en el peor de los casos. Apoyar esta o aquella lucha de liberación sin una firme oposición contra todas las grandes potencias implica el riesgo de ponerse del lado de un campo imperialista contra el otro y, por tanto, de transformar una fuerza de liberación en un representante de esta o aquella Gran Potencia.

 

En resumen, “antiimperialismo” sin pro-liberacionismo no es antiimperialismo, ¡sino socialimperialismo abierto u oculto!

 

 

 



[1] León Trotsky: Resolution on the Antiwar Congress of the London Bureau (1936), in: Documents of the Fourth International, New York 1973, p. 98

[2] León Trotsky: Declaración al Congreso Contra la Guerra de Amsterdam (1932), https://ceip.org.ar/Declaracion-al-Congreso-Contra-la-Guerra

[3] León Trotsky: Derrotismo contra defensismo (1937), https://www.marxists.org/espanol//trotsky/ceip/escritos/libro5/T09V120.htm

[4] León Trotsky, G. Zinoviev, Yevdokimov: Resolution of the All-Russia Metal Workers Union (1927); en: Leon Trotsky: The Challenge of the Left Opposition (1926-27), pp. 249-250 (Énfasis en el original)

[5] Leon Trotsky: ‘Defeatism’ and Clemenceau (1927); in: Leon Trotsky: The Challenge of the Left Opposition (1926-279), p. 252

[6] Rudolf Klement: Principios y tácticas en la guerra (1938); https://www.marxists.org/espanol/klement/1937/1937a.htm; La CCRI/RCIT re-publicó este texto en: Revolutionary Communism No. 4 (2012), pp. 44-46.

[7] Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial (1940), http://grupgerminal.org/?q=system/files/1940-05-00-maniguerra-iv.pdf

[8] V. I. Lenin: El imperialismo y la escisión del socialismo (1916), https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/10-1916.htm

[9] V. I. Lenin: El Proletariado Revolucionario y el derecho de las naciones a la autodeterminación (1915), en Lenin. Obras Completas, Tomo XXIII, Progreso, Akal Editor, p.41

[10] V. I. Lenin: El programa militar de la revolución proletaria (1916), https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/1916mil.htm

[11] V. I. Lenin: Informe sobre la revisión del programa y el cambio de nombre del partido (1918), Lenin. Obras Escogidas, Tomo III, Edición Progreso, p. 336, http://www.economia.unam.mx/lecturas/inae4/u1l2.pdf

[12] V. I. Lenin: Sobre el Folleto de Junius (1916), Lenin. Obras Escogidas, Edición Progreso, p. 6, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas06-12.pdf

[13] Ver, p. Michael Pröbsting: Liberation Struggles and Imperialist Interference. The failure of sectarian “anti-imperialism” in the West: Some general considerations from the Marxist point of view and the example of the democratic revolution in Libya in 2011, otoño de 2012, https://www.thecommunists.net/theory/liberation-struggle-and-imperialism/

[14] La CCRI/RCIT ha publicado una serie de folletos, declaraciones y artículos sobre la Revolución Siria que se pueden leer en una subsección especial de este sitio web: https://www.thecommunists.net/worldwide/africa-and-middle-east/collection-of-articles-on-the-syrian-revolution/. En particular nos referimos a Michael Pröbsting: Is the Syrian Revolution at its End? Is Third Camp Abstentionism Justified? An essay on the organs of popular power in the liberated area of Syria, on the character of the different sectors of the Syrian rebels, and on the failure of those leftists who deserted the Syrian Revolution, 5 de abril de 2017, https://www.thecommunists.net/theory/syrian-revolution-not-dead/; Michael Pröbsting: World Perspectives 2018: A World Pregnant with Wars and Popular Uprisings, febrero de 2018, Chapter V, https://www.thecommunists.net/theory/world-perspectives-2018/chapter-v/; Yossi Schwartz: Raqqa: Defeat the US Imperialist Offensive! An assessment of the US/SDF/YPG war against Daesh, April 2017, https://www.thecommunists.net/worldwide/africa-and-middle-east/us-offensive-in-raqqa/

[15] Ver sobre esto en RCIT: Stop the US Bombing of Libya! 23.2.2016, https://www.thecommunists.net/worldwide/africa-and-middle-east/us-bombing-libya/; RCIT: Europe/North Africa: Storm the Gates of Rome! Open Borders for Refugees! Stop the Imperialist EU-War against Refugees! No to the Preparations for an Imperialist Aggression against Libya! 22.5.2015, http://www.thecommunists.net/worldwide/europe/eu-war-against-refugees/; RCIT: Revolution and Counterrevolution in the Arab World: An Acid Test for Revolutionaries, http://www.thecommunists.net/theory/theses-arab-revolution/; RCIT: General Sisi, Hollande, Obama: Hands Off Libya! Defeat General Haftars’ Imperialist Lackeys! Down with the Daash-Gang of Killers! For a Workers’ and Popular Government! 26.2.2015, http://www.thecommunists.net/worldwide/africa-and-middle-east/hands-off-libya/

[16] León Trotsky: Aprendan a pensar (1938), https://ceip.org.ar/Aprendan-a-pensar

[17] V. I. Lenin: La Revolución Socialista y el Derecho de las Naciones a la Autodeterminación (1916), en Lenin. Obras Completas, Tomo XXIII, Progreso, Akal Editor, p. 246-247

[18] Rudolf Klement: Principios y tácticas en la guerra (1938); https://www.marxists.org/espanol/klement/1937/1937a.htm; La CCRI/RCIT re-publicó este texto en: Revolutionary Communism No. 4 (2012), pp. 44-46.

 

Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias (Capítulo XVII.)

 

LIBRO: Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias

Los factores detrás de la Rivalidad acelerada entre los E.U, China, Rusia, la U.E y Japón. Una crítica del análisis de la izquierda y una semblanza de la Perspectiva Marxista.

 

La CCRI publicó este libro en Enero de 2019. El autor es Michael Pröbsting, Secretario Internacional de la CCRI.

 

Translator: Rubén Jaramilllo

 

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XVII. La relación entre la guerra y la revolución

 

 

 

Hemos dicho anteriormente que, dado que el imperialismo y la guerra son parte orgánica del capitalismo, la lucha contra estos fenómenos está sujeta a las mismas leyes que la lucha contra todas las demás características del capitalismo. Sin embargo, esto no debe llevar a ignorar los elementos específicos encarnados en esta lucha. Uno de los más importantes es la relación entre la guerra y la revolución.

 

La guerra representa la tensión más extrema de todas las fuerzas de una sociedad. Ayuda a la clase dominante a reprimir las tendencias opositoras, pero, al mismo tiempo, bajo la superficie, acelera las contradicciones y prepara futuras catástrofes. Los precursores de la guerra -tensiones entre grandes potencias, guerras comerciales, patrioterismo, chovinismo anti-migrante, etc.- no tienen las mismas consecuencias dramáticas, pero son pasos en esa dirección.

 

La historia ha demostrado esta relación entre la guerra -y más precisamente la derrota de un gobierno reaccionario en una guerra reaccionaria- y la revolución en numerosas ocasiones. La razón de esto es bastante obvia. Las guerras representan por definición la tensión de todas las fuerzas de una sociedad. Mientras que una guerra de liberación generalmente logra movilizar a las masas para que apoyen voluntariamente a participar en ella, esto es diferente en una guerra de opresión. En tales guerras, la clase dominante se ve obligada, en diversos grados, a utilizar una combinación de mentiras chovinistas, histeria de guerra, compulsión militar y represión contra las fuerzas de oposición.

 

 

 

Guerras imperialistas “pequeñas” y “grandes”

 

 

 

Obviamente, hay una diferencia entre guerras de opresión “pequeñas” y “grandes”. Por guerras “pequeñas” nos referimos a guerras generalmente coloniales como el ataque de Estados Unidos a Irak o Afganistán o la intervención de Rusia en Siria. Estas no son guerras pequeñas para el pueblo oprimido; todo lo contrario, estas guerras resultan en la matanza de decenas o cientos de miles de trabajadores y campesinos. Pero son pequeñas desde el punto de vista de los imperialistas, ya que no necesitan el reclutamiento masivo o la movilización de toda la economía con fines militares. En resumen, tienen muchas menos consecuencias para la vida cotidiana de la sociedad en los países imperialistas.

 

Esto es completamente diferente en el caso de las guerras "grandes" con las que básicamente nos referimos a las guerras entre grandes potencias. Guerras tan grandes obligan a la clase dominante a una tensión global de todas las fuerzas sociales. Además, estas guerras también tienen consecuencias drásticas para la población civil: escasez de alimentos, falta de medicamentos, y hasta bombardeos aéreos. La Primera Guerra Mundial, y más aún, la Segunda proporcionan numerosos ejemplos de esto. Cualquier guerra mundial futura entre grandes potencias tendrá aún más un carácter “total”, ya que casi inevitablemente implicará el despliegue de armas nucleares.

 

Por supuesto, no se debe hacer una división demasiado esquemática entre guerras imperialistas “pequeñas” y “grandes”. Una guerra colonial sostenida, por ejemplo, podría no necesitar una tensión global de todas las fuerzas sociales. Sin embargo, su carácter prolongado, la acumulación de pérdidas, los costos crecientes, etc., tendrán importantes consecuencias políticas, especialmente si terminan en una derrota para los imperialistas. Tomemos, por ejemplo, la guerra de Francia en Argelia, la guerra de Estados Unidos en Vietnam o la guerra de Yeltsin en Chechenia.

 

De esto resulta que la derrota de la clase dominante en guerras reaccionarias tiene efectos potentes. Su fuerza material, así como su prestigio político y moral, están gravemente destrozados. Al mismo tiempo, las masas están enfurecidas y “militarizadas”, es decir, más utilizadas en el uso de armas. Esto es tanto más cierto cuanto más "grande" (en los términos definidos anteriormente) es una guerra tan reaccionaria de los imperialistas. Por eso estas guerras van preñadas de levantamientos revolucionarios las masas oprimidas y por eso Lenin, a la luz de la derrota de la autocracia de Rusia contra Japón en 1904-1905, habló sobre “el gran papel revolucionario de la guerra histórica en la que involuntariamente participa el obrero ruso.” [1]

 

La historia proporciona numerosos ejemplos de la relación entre las guerras perdidas por la clase dominante y los desarrollos revolucionarios. Por nombrar solo algunos ejemplos históricos nos referimos a la Jacquerie, el gran levantamiento campesino en el norte de Francia durante la Guerra de los Cien Años después de que la clase dominante sufriera una serie de derrotas contra los ingleses [2] ; el heroico levantamiento de los campesinos rusos encabezados por Yemelyan Pugachev en 1774-1775 al final de la larga y agotadora guerra ruso-turca [3] ; las humillantes derrotas de la despreciada dinastía Qing en las dos guerras del opio contra las grandes potencias occidentales que dieron origen primero a 110 insurrecciones campesinas locales en 1841-49 y finalmente al poderoso levantamiento del Movimiento religioso social-revolucionario popular Taiping, una de las guerras civiles más largas y sangrientas de la historia de la humanidad (1850-64) [4] ; y luego tenemos los ejemplos bien conocidos de la historia moderna con la Guerra Franco-Prusiana en 1870-71 que condujo a la Comuna de Paris [5], la Guerra Ruso-Japonesa en 1904-1905 que condujo a la primera Revolución Rusa en 1905- 07 [6], la Primera Guerra Mundial que resultó en la Revolución rusa de Octubre de 1917, así como una serie de otros levantamientos obreros en 1918-1919 y finalmente la Segunda Guerra Mundial que provocó guerras civiles y desarrollos revolucionarios en varios países (por ejemplo, China, Corea, Grecia).

 

Ya Marx y Engels reconocieron la potencialidad de transformar una guerra en revolución: “Pero no debemos olvidar que hay una sexta potencia en Europa, que en determinados momentos afirma su supremacía sobre el conjunto de las cinco denominadas "Grandes" Potencias y las hace temblar, a todas ellas. Ese poder es la Revolución. Silencioso y retirado durante mucho tiempo, ahora vuelve a ser llamado a la acción por la crisis comercial y por la escasez de alimentos. De Manchester a Roma, de París a Varsovia y Pesth, es omnipresente, levanta la cabeza y despierta de su letargo. Son múltiples los síntomas de su regreso a la vida, visibles en todas partes en la agitación y la inquietud que se han apoderado de la clase proletaria. Solo se necesita una señal, y esta sexta y mayor potencia europea se presentará, con brillante armadura y espada en mano, como Minerva desde la cabeza del olímpico.” [7]

 

Vale la pena señalar que incluso los representantes sagaces de la clase dominante eran conscientes de la relación entre la guerra y la revolución. Por ejemplo, el canciller alemán Bismarck señaló en una exposición para una reunión de su emperador Wilhelm I con Alejandro III de Rusia en noviembre de 1887: “En nuestro tiempo presente, más que en cualquier otra época histórica, es de interés para las grandes monarquías evitar la guerra porque hoy las naciones tienden a responsabilizar a sus gobiernos de sufrir derrotas militares. (...) En conjunto, una posible próxima guerra tendría menos el carácter de una guerra entre gobiernos, sino más bien de una guerra entre la bandera roja y los elementos de orden y preservación.[8]

 

Más tarde, Lenin y otros marxistas procesaron las experiencias de la Guerra Ruso-Japonesa en 1904-1905 y en particular de la Primera Guerra Mundial. Ellos entendieron que las guerras imperialistas pueden acelerar masivamente el ritmo de la historia: “La guerra de 1914-1918 fue un gigantesco 'acelerador' (Lenin) de la revolución socialista.” [9]

 

Fue sobre esta base que desarrollaron la consigna de la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, no como una consigna radical voluntarista, sino como una consigna que se basa objetivamente en el potencial de una guerra reaccionaria para provocar el colapso del orden imperante e insurrecciones armadas de las masas oprimidas.

 

Por eso Lenin se burló de los ideólogos reformistas y centristas que se quejaban de las consecuencias destructivas de las guerras y esperaban una revolución pacífica. De tal forma escribió Lenin en una polémica contra el principal teórico centrista alemán en ese momento, Karl Kautsky:

 

iSon dos "manías" de nuestro "muy docto" varón! El "culto a la violencia" y la bancarrota de la producción: a eso se debe que, en vez de analizar las condiciones reales de la lucha de clases, haya caído en el acostumbrado gimoteo pequeñoburgués, viejo y tradicional. "Esperábamos -escribe- que la revolución viniera como un producto de la lucha de la clase proletaria... pero la revolución ha venido como consecuencia de la bancarrota militar del sistema dominante tanto en Rusia como en Alemania...". Dicho con otras palabras: ¡este “sabio” esperaba una revolución pacífica! ¡es admirable! Pero el señor Kautsky se ha desconcertado hasta el punto de olvidar que el mismo escribió antes, cuando era marxista, que la guerra sería, muy probablemente, el motivo de la revolución. Ahora, en vez de analizar con serenidad y sin temor qué cambios de las formas de la revolución son inevitables como consecuencia de la guerra, ¡nuestro “teórico” deplora sus “esperanzas” frustradas![10]

 

Esto no significa que toda guerra resultará en un levantamiento revolucionario de las masas populares. Pero la experiencia histórica demuestra que las grandes guerras que movilizan los recursos de toda la economía, que afectan a todas las clases de la sociedad y que influyen en toda la vida política y, por tanto, en la conciencia de las masas, que tales acontecimientos provocan una inestabilidad social y política masiva y, por tanto, puede conducir a rupturas revolucionarias. Como estamos convencidos de que el chovinismo, las tensiones militares y las guerras se están convirtiendo en una característica cada vez más definitoria de la sociedad capitalista, pensamos que tal desarrollo hacia el militarismo al final también abrirá camino para fuertes luchas de clases y explosiones revolucionarias.

 

 

 

La Tercera Guerra Mundial y la Revolución: ¿una contradicción en sí misma?

 

 

 

Finalmente, abordemos brevemente el siguiente tema. Como hemos elaborado anteriormente en el capítulo XII, consideramos que una nueva guerra mundial entre las grandes potencias es más o menos inevitable si la clase obrera no derroca a los imperialistas a tiempo. Asimismo, es difícil imaginar una guerra mundial así sin que las Grandes Potencias utilicen su mortal arsenal de armas nucleares. ¿Se debería concluir de esto de manera fatalista que la relación entre guerra y revolución no existirá en un escenario futuro a una Tercera Guerra Mundial?

 

En nuestra opinión, esta pregunta no se puede responder de forma esquemática. Sí, es cierto, si se lleva a cabo una Tercera Guerra Mundial total con todas las Grandes Potencias desplegando todas sus armas nucleares, la humanidad volverá a la etapa de la barbarie. Pero, primero, una guerra nuclear tan total no saldría de la nada. Es muy probable que un evento tan catastrófico sea precedido por un período más largo de tensiones globales extremas entre las Grandes Potencias. Naturalmente, la élite gobernante de los rivales imperialistas no comenzará a la ligera un evento tan extremadamente arriesgado. Es cierto que hay locos como Trump, pero no se debe suponer que la élite estadounidense permitiría que Trump iniciara una guerra nuclear contra su voluntad. [11]

 

No, es mucho más probable que haya un período más largo de guerras comerciales, enfrentamientos militares más pequeños, crisis política interna severa, tal vez golpes de Estado, crisis diplomáticas, etc. Es casi inevitable que tales eventos desencadenen cambios revolucionarios y crisis revolucionarias que ofrecerán a la clase trabajadora oportunidades para debilitar o derrocar a la clase dominante.

 

Además, no podemos prever el futuro. No se puede excluir que tal Guerra Mundial no termine en la aniquilación total de la humanidad sino en la derrota de un bando o en la devastación nuclear localizada. En tal caso, una Tercera Guerra Mundial podría resultar en la aniquilación de muchos millones de personas y, al mismo tiempo, abrir un período de rebelión global contra los guerreros imperialistas.

 

En cualquier caso, la cuestión es que los revolucionarios no deben petrificarse ante el peligro de una Tercera Guerra Mundial. La tarea no es especular sobre el futuro (ni siquiera usar tales peligros como excusa para quedar atrapado en la pasividad) sino intervenir resueltamente en la lucha de clases y movilizar a la vanguardia obrera para que las posibilidades de la revolución socialista internacional aumenten y ¡Los peligros de una Tercera Guerra Mundial disminuyan!

 

 

 



[1] V. I. Lenin: La caída de Port-Arthur (1905), Lenin. Obras Completas, Tomo 9, Editorial Progreso, p. 159

[2] Ver sobre esto, por ejemplo, en I. M. Shukow (Ed.): Weltgeschichte, VEB Deutscher Verlag der Wissenschaften, Berlin 1963, Vol. 3, pp. 730-758. Los 10 volúmenes de Weltgeschichte (con un total combinado de 8.500 páginas) es la traducción al alemán de la famosa Enciclopedia de la Historia Soviética publicada después de la muerte de Stalin. Hasta donde sabemos, esta enciclopedia no se ha traducido al idioma inglés (a diferencia de la Gran Enciclopedia Soviética). Escritos por un gran colectivo de historiadores soviéticos bajo la dirección de E.M. Zhukov, estos diez volúmenes son un verdadero tesoro de conocimiento histórico, ya que combinan información detallada con un enfoque materialista. Sin embargo, hay que ver esta enciclopedia de forma crítica, ya que adolece de las inevitables limitaciones teóricas del estalinismo, en particular, su concepción mecanicista de la historia según la cual todas las sociedades de la historia pasan por una y la misma secuencia de etapas de formaciones socioeconómicas: comunismo primitivo, sociedad esclavista, feudalismo, capitalismo y comunismo. Tal vista excluye, por ejemplo, el llamado Modo de Producción Asiático al que Marx se refirió repetidamente. (Véase, por ejemplo, su Prólogo a La Contribución a la Crítica de la Economía Política publicado en 1859, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm)

[3] Ver sobre esto, por ejemplo, en Paul Avrich: Russian Rebels, 1600-1800, Schocken Books, New York 1972; Dorothea Peters: Politische und gesellschaftliche Vorstellungen in der Aufstandsbewegung unter Pugačev (1773–1775). Wiesbaden, Berlin 1973; Marc Raeff: Pugachev's Rebellion, en: Robert Forster (Ed.): Preconditions of Revolution in Early Modern Europe, Johns Hopkins University Press, Baltimore 1970; Alice Plate: Der Pugačev-Aufstand: Kosakenherrlichkeit oder sozialer Protest, en: Heinz-Dietrich Löwe: Volksaufstände in Rußland. Von der Zeit der Wirren bis zur «Grünen Revolution» gegen die Sowjetherrschaft, Otto Harrassowitz Verlag, Wiesbaden 2006; Leo Yaresh: The "Peasant Wars" in Soviet Historiography, en: American Slavic and East European Review, Vol. 16, No. 3 (October 1957), pp. 241-259; Philip Longworth: Peasant leadership and the Pugachev revolt, en: The Journal of Peasant Studies, 2:2 (1975), pp. 183-205; B. H. Sumner: New Material on the Revolt of Pugachev, in: The Slavonic and East European Review, Vol. 7, No. 19 (June 1928), pp. 113-127; B. H. Sumner: New Material on the Revolt of Pugachev: II, en: The Slavonic and East European Review, Vol. 7, No. 20 (enero de 1929), pp. 338-348; Alexander Pushkin: Geschichte des Pugatschew'schen Aufruhrs, Stuttgart 1840

[4] La Revolución Taiping fue un movimiento social-revolucionario de mineros, campesinos pobres y minorías étnicas contra la corrupta dinastía Qing que tenía como objetivo crear un "Reino Celestial de Paz" y que fue organizado por una secta milenaria conocida como la Sociedad de Adoración de Dios dirigida por Hong Xiuquan, quien se creía el hermano menor de Jesucristo.Ver sobre esto, p. Franz Michael and Chung-li Chang: The Taiping Rebellion. History and Documents Vol.1, University of Washington Press, London 1966; Stephen R. Platt: Autumn in the Heavenly Kingdom: China, the West, and the epic story of the Taiping Civil War, Alfred A. Knopf, New York 2012; I. M. Shukow (Ed.): Weltgeschichte, Vol. 6, pp. 440-455

[5] Evidentemente, existe una variedad de literatura sobre la Comuna de París. Para nombrar solo una visión de los clásicos socialistas sobre este tema: von P. L. Lavrov: Die Pariser Kommune vom 18. März 1871, Verlag Klaus Wagenbach, Berlin 1971; Jean Villain: Die großen 72 Tage. Ein Report von Jean Villain über die Pariser Kommunarden, Verlag Volk und Welt, Berlin 1981; Prosper Lissagaray: Geschichte der Kommune von 1871, Rütten & Loening, Berlin 1956. ver también, Donny Gluckstein: The Paris Commune: A Revolution in Democracy, Bookmarks Publication, London 2006; I. M. Shukow (Ed.): Weltgeschichte, Vol. 6, pp. 628-643 and Vol. 7, pp. 15-39.

[6] Nuevamente, existe una variedad de literatura sobre la Guerra Ruso-Japonesa 1904/05 y la subsecuente Revolución Rusa 1905-07. En lugar de muchos, nos referimos a Leon Trotsky’s Die Russische Revolution 1905, Vereinigung Internationaler Verlagsanstalten, Berlín 1923 (reeditado en Leo Trotzki: Ausgewählte Werke, Vol. 1, Verlag Neuer Kurs, Berlin 1972); M. Pokrowski: Russische Geschichte, Berlin 1930; M. Pokrowski: Geschichte Russlands von seiner Entstehung bis zur neuesten Zeit, C.L.Hirschfeld Verlag, Leipzig 1929, pp. 314-496; Abraham Ascher: The Revolution of 1905. Vol. 1 y 2, Stanford University Press, Stanford 1992.

[7] Friedrich Engels: The European War (1854), en: MECW 12, pp. 557-558

[8] Citado en: Heinz Wolter: Die Alternativkonzeption der Sozialdemokratie zum außenpolitischen Kurs Bismarcks nach 1871, in: Ernst Engelberg (Ed.): Diplomatie und Kriegspolitik vor und nach der Reichsgründung, Akademie-Verlag, Berlin 1971, p. 255 (traducido del alemán)

[9] The Platform of the Opposition (1927), en: Leon Trotsky: The Challenge of the Left Opposition (1926-27), p. 382

[10] V.I. Lenin: Los Prohombres de la Internacional de Berna (1919), en Lenin. Obras Completas, Tomo 38, p. 419-420, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo38.pdf. Ver sobre esto también, en Nikolai Bukharin y Evgenii Preobrazhensky: El ABC del Comunismo (1920), https://fundacionfedericoengels.net/images/PDF/abc-comunismo-bujarin.pdf

[11] Es probable que si hay asesores que toman órdenes presidenciales de la mesa de Trump para evitar que se implementen (y pueden confiar en el olvido del hombre naranja para que no se dé cuenta), también habrá generales y Asesores de seguridad que se aseguran de que Trump no tenga acceso al Botón Rojo. (¡Quizás le muestren en su lugar el botón rojo para pedir su Coca Cola diaria!)

 

Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias (Capítulo XVIII.)

LIBRO: Anti-imperialismo en la Era de la Rivalidad de las Grandes Potencias

 

Los factores detrás de la Rivalidad acelerada entre los E.U, China, Rusia, la U.E y Japón. Una crítica del análisis de la izquierda y una semblanza de la Perspectiva Marxista.

 

La CCRI publicó este libro en Enero de 2019. El autor es Michael Pröbsting, Secretario Internacional de la CCRI.

 

Translator: Rubén Jaramilllo

 

XVIII. Derrotismo revolucionario en conflictos entre estados imperialistas: los clásicos marxistas

 

 

 

La CCRI/RCIT elabora en sus “Tesis sobre el derrotismo revolucionario en los Estados imperialistas” que la posición de los marxistas en los conflictos interimperialistas se basa en los principios de la solidaridad internacional de la clase trabajadora. Por tanto, deben negarse a ponerse del lado de su propia clase dominante, así como de la del campo imperialista contrario. Su lema debe ser: ¡Abajo todas las grandes potencias imperialistas, ya sean EE.UU., la UE, Japón, China o Rusia!

 

En lugar de apoyar a su "propia" clase dominante, abogan por una lucha de clases irreconciliable, como lo resumió el famoso líder revolucionario alemán Karl Liebknecht durante la Primera Guerra Mundial: "El enemigo principal está en casa". Los revolucionarios intentan utilizar cada conflicto del gobierno imperialista contra un rival para debilitar a la clase dominante, hacer avanzar la lucha de clases y finalmente transformar esos conflictos en una guerra civil contra la clase dominante.

 

Estos principios resultan, en condiciones de guerra, en la estrategia que se ha dado a conocer como “la transformación de la guerra imperialista en guerra civil”, es decir, el avance de la lucha del proletariado por el poder en condiciones de guerra. Los mismos principios significan, bajo las condiciones de una guerra comercial entre potencias imperialistas, defender la transformación de la Guerra Comercial Global en una lucha de clases política interna contra la élite gobernante.

 

En todos los escenarios, el objetivo es unir a la clase trabajadora internacional sobre una base internacionalista y romper cualquier unidad "patriótica" de los trabajadores con "su" burguesía imperialista, así como con los lacayos socialimperialistas dentro del movimiento obrero.

 

Tales son los objetivos estratégicos del programa del derrotismo revolucionario. Es un programa que siempre es parte de la política del partido revolucionario y de la organización previa al partido. Sería un error imperdonable creer que sería sólo un programa de lucha contra las guerras y, por tanto, que sólo cobraría relevancia una vez que estalle la guerra. Si una organización marxista solo comienza a luchar contra la agresión imperialista y las guerras una vez que comienzan tales conflictos, será demasiado tarde. Cuando realmente comience una gran guerra, la clase dominante ya habrá encendido su maquinaria política e ideológica de chovinismo mucho antes. Y si un partido revolucionario abre la lucha derrotista sólo para entonces no tendrá ninguna posibilidad contra un enemigo de clase superior. No, el programa del derrotismo revolucionario tiene que implementarse a partir de ahora.

 

Tal trabajo por una orientación derrotista revolucionaria requiere una agitación y propaganda integral utilizando todos los medios legales (de acuerdo con el espacio democrático permitido por la clase dominante) e ilegales. Este trabajo debe llevarse a cabo en lugares de trabajo, barrios, escuelas, universidades y cuarteles y, cuando sea posible, también en el parlamento. El objetivo debe ser reunir a las masas para acciones de lucha de clases como manifestaciones, huelgas generales, levantamientos, nuevamente de acuerdo con las condiciones y la relación de fuerzas.

 

Dado que los revolucionarios constituyen hoy una pequeña minoría, es urgente que apliquen la táctica del frente único. Esto significa que deben convocar a los trabajadores y a las organizaciones de masas populares (sindicatos, partidos, organizaciones de migrantes, etc.), generalmente lideradas por fuerzas no revolucionarias, para actividades conjuntas contra los planes gubernamentales de armamento, contra la agresión colonial en el exterior, contra las medidas proteccionistas y sanciones contra rivales, etc. Deberán convocar a esos partidos, cuando tengan representantes en el parlamento, a votar en contra del presupuesto militar y en contra de todas esas medidas. Los revolucionarios deberán criticar a esas fuerzas, generalmente reformistas y populistas pequeñoburgueses, siempre que no actúen contra la política imperialista de la clase dominante.

 

Además, es de suma importancia para los revolucionarios promover declaraciones y actividades conjuntas transfronterizas de socialistas, sindicatos y otros trabajadores y organizaciones populares de masas de los respectivos países imperialistas involucrados en el conflicto. ¡Tales medidas pueden ser una fuerte señal de solidaridad concreta de la clase trabajadora internacionalista!

 

 

 

Marx y Engels en la época preimperialista

 

 

 

Antes de entrar en más detalles sobre la sustancia y las tácticas del derrotismo revolucionario, elaboremos brevemente los antecedentes históricos de esta estrategia.

 

Como es bien sabido, Marx y Engels vivían en el siglo XIX, es decir, la época pre-monopolista del capitalismo. En esta época, el capitalismo estaba en auge y, por lo tanto, la burguesía en los países industrializados podía ocasionalmente jugar un papel históricamente progresista. Como resultado, las guerras entre estados europeos, o entre el norte y el sur de los Estados Unidos, generalmente no tuvieron un carácter reaccionario en ambos lados. Las relaciones interestatales en la situación política internacional estaban más bien, como elaboraron Marx y Engels, caracterizadas por la constante amenaza de la Rusia zarista como la Gran Potencia más grande y reaccionaria. [1] Además, existían tareas democráticas históricamente progresistas que se avecinaban como la unificación nacional de la fragmentada Alemania e Italia, la liberación nacional de Polonia e Irlanda, etc.

 

Fue en ese contexto histórico donde Marx y Engels llamaron con entusiasmo a la guerra revolucionaria de Alemania contra la Rusia zarista en 1848.

 

Sólo la guerra contra Rusiaes una gran guerra en que Alemania puede redimirse de los pecados del pasado, de la que puede salir crecida, en la que puede derrotar a sus propios autócratas, en la que puede, como cumple a unpueblo que sacude las cadenas de una larga y perezosa esclavitud, pagar la propaganda de la civilización con el sacrificio de sus hijos y liberarse dentro de su casa liberándose al exterior. Cuanto más recaiga la luz diaria de la publicidad sobre los más recientes acontecimientos, haciéndolos resaltar en nítido relieve, más se encargarán los hechos de corroborar nuestra concepción acerca de las guerras raciales con que Alemania ha deshonrado su nueva era.” [2].

 

Asimismo, los fundadores del socialismo científico se pusieron del lado de otras potencias como Gran Bretaña o el Imperio Otomano en conflictos militares con Rusia. [3]

 

 

 

Los bolcheviques y la guerra ruso-japonesa 1904-1905

 

 

 

Sin embargo, esto cambió con la transición del capitalismo pre-monopolista al monopolista, es decir, el comienzo de la época imperialista en el comienzo del siglo XX. Como explicó Lenin en sus escritos durante la Primera Guerra Mundial, la burguesía no podía desempeñar un papel históricamente progresista en ninguno de los países desarrollados. Por tanto, la defensa de la patria en los países capitalistas avanzados había perdido todo carácter progresista:

 

¿A qué nos referimos cuando decimos que los Estados nacionales se convirtieron en trabas, etc.? Nos referimos a los países capitalistas avanzados, sobre todo a Alemania, Francia e Inglaterra, cuya participación en esta guerra ha sido el factor principal que la ha convertido en una guerra imperialista. En esos países, que hasta ahora estuvieron a la vanguardia de la humanidad, especialmente en 1789-1871, ha terminado el proceso de formación de estados nacionales. En esos países el movimiento nacional es algo que pertenece a un pasado irrevocable y tratar de resucitarlo sería una absurda utopía reaccionaria. El movimiento nacional de los franceses, ingleses y alemanes ha concluido hace tiempo. En esos países el próximo paso histórico es diferente: las naciones liberadas se han ido convirtiendo en naciones opresoras, en naciones de saqueo imperialista, naciones que se encuentran en la “víspera de la bancarrota del capitalismo”.[4]

 

En otras palabras, a partir de ahora la clase obrera y el pueblo oprimido no solo se enfrentaron a la Rusia zarista sino a todas las grandes potencias imperialistas como su “mayor enemigo y el mayor baluarte de la reacción.”

 

Lenin y los bolcheviques elaboraron completamente el programa de derrotismo revolucionario al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, ya habían desarrollado elementos clave de esta estrategia durante la guerra entre Rusia y Japón en 1904-05. [5] Como se sabe, esta guerra terminó con una derrota de Rusia y desencadenó la primera Revolución Rusa en 1905-1907.

 

Lenin enfatizó, ya antes del inicio del levantamiento revolucionario en enero de 1905, la conexión entre guerra y revolución: “debemos reconocer el gran papel revolucionario de la guerra histórica en la que involuntariamente participa el obrero ruso.” [6]

 

La catástrofe militar es inevitable, y hará también inevitable que se decupliquen el descontento, la excitación y la indignación. Debemos preparamos con toda energía para cuando llegue ese momento. En esa oport1midad, uno de los estallidos que se repiten con frecuencia cada vez mayor, tan pronto en un sitio como en otro, se convertirá en un tremendo movimiento popular. Y en ton ces el proletariado marchará a la cabeza de la insurrección, para conquistar la libertad de todo el pueblo y asegurar para la clase obrera la posibilidad de entablar la lucha amplia y abierta p0r el s0cialismo, enriquecida por toda la experiencia de Europa.” [7]

 

Como consecuencia, los bolcheviques defendieron una posición derrotista, es decir, defendieron la derrota de su "propio" gobierno reaccionario.

 

"La causa de la libertad rusa y de la lucha del proletariado ruso (e internacional) por el socialismo depende en gran medida de las derrotas militares de la autocracia. Esta causa se ve muy favorecida con la catástrofe militar, que infunde pánico a todos los guardianes europeos del orden. El proletariado revolucionario debe realizar una incesante agitación contra la guerra, pero sin perder de vista, al mismo tiempo, que las guerras no podrán suprimirse mientras exista la dominacíón de dase. Con frases triviales acerca de una paz a la Jaurés no se puede ayudar a la clase oprimida, que no es responsable de una guerra burguesa entre dos naciones burguesas, que hace cuanto puede por derrocar a todas las burguesías y sabe cuán inmensos son los sufrimientos del pueblo, aun en las épocas de explotación capitalista "pacífica". (…) No fue el pueblo ruso, sino la autocracia rusa, quien inició esta guerra colonial, que se ha convertido en una guerra entre el viejo y el nuevo mundo burgués. No fue el pueblo ruso, sino la autocracia, quien sufrió una bochornosa derrota. El pueblo ruso se ha beneficiado con la derrota de la autocracia. La capitulación de Port-Arthur es el prólogo de la capitulación del zarismo. La guerra dista mucho de haber terminado, pero cada paso hacia su prolongación aumenta enormemente la efervescencia y la indignación del pueblo ruso, y aproxima la hora de una nueva gran guerra, de la guerra del pueblo contra la autocracia, de la guerra del proletariado por la libertad.[8]

 

Polemizaron contra los mencheviques por su posición pacifista. Es cierto que estos últimos no adoptaron una postura social-patriótica: en esta guerra, incluso grandes sectores de la intelectualidad urbana y la burguesía no apoyaron los objetivos militaristas del zar porque despreciaban la autocracia. (¡De hecho, muchos partidos de oposición estaban incluso en contacto con el servicio secreto japonés y tomaron dinero de él! [9]). Pero los mencheviques criticaron la defensa del "derrotismo" de Lenin y lo acusaron de promover la "japonofilia". Por el contrario, defendían la consigna de "paz inmediata". [10]

 

Lenin rechazó una posición tan pacifista: “También la nueva lskra tenía que dar pruebas de su propia confusión. Al comienzo enhebró no pocas frases respecto de una paz a cualquier precio. Más tarde se apresuró a "corregirse", cuando Jaurés demostró con claridad qué intereses servía la campaña casi socialista por la paz en general los de la burguesía progresista o los de la burguesía reaccionaria. Y ahora ha terminado con una serie de consideraciones triviales acerca de cuán inoportuno es "especular" (¡!?) con la victoria de la burguesía japonesa, y de que la guerra es un mal "independientemente de que" acabe con el triunfo o la derrota de la autocracia.” [11]

 

Como vemos, las diferencias esenciales entre la estrategia bolchevique del derrotismo y la estrategia de izquierda-menchevique de antimilitarismo y pacifismo platónicos ya eran visibles una década antes.

 

 

 

La elaboración completa del programa derrotista de Lenin en la Primera Guerra Mundial 1914-17

 

 

 

Por lo tanto, no es sorprendente que Lenin fuera capaz de elaborar completamente un programa derrotista revolucionario pocos días después de que los primeros disparos abrieran la Primera Guerra Mundial, como testificaron colaboradores cercanos de él. [12] Tras su liberación de prisión después de once días en agosto de 1914 en Galicia, Lenin, junto con su esposa y compañera de armas Nadezhda Krupskaya, así como Grigory Zinoviev y Zlata Lilina, se trasladaron a Suiza, donde se lanzaron a trabajar para la escisión de la Segunda Internacional políticamente colapsada y la creación de la Tercera Internacional revolucionaria. [13]

 

Según las memorias del bolchevique ruso G. L. Shklovsky, Lenin proclamó en el momento de su llegada a Suiza después del comienzo de la Primera Guerra Mundial: “No es un socialista que no desee, en tiempos de guerra imperialista, la derrota de su propio país.” [14]

 

En los días siguientes a su llegada a Berna, Lenin comenzó a organizar reuniones con sus compañeros en las que les explicó las tácticas necesarias en esta guerra imperialista. Tuvo éxito en este esfuerzo y sus tesis sobre la guerra, luego expandidas en un Manifiesto y varias resoluciones, fueron acordadas y adoptadas tanto por las principales instituciones del partido clandestino en Rusia como por la Conferencia de Berna de los grupos bolcheviques en el extranjero (a fines de febrero de 1915). [15]

 

La idea central del enfoque de Lenin era que los revolucionarios deben avanzar en la lucha contra las guerras imperialistas a través de los métodos de la lucha de clases y utilizar la crisis causada por la guerra para el derrocamiento revolucionario de la burguesía de su propiedad. De ahí la postura inequívoca de la derrota del propio gobierno en la guerra: “En una guerra reaccionaria, una clase revolucionaria no puede "dejar de desear la derrota de su Gobierno. Esto es un axioma que sólo pueden discutir los partidarios conscientes de los socialchovinistas o sus lacayos impotentes.” [16]

 

Lenin citó con aprobación a los marxistas italianos que proclamaron al comienzo de la guerra mundial su posición derrotista y afirmó que la única guerra justa es la guerra de los oprimidos para tomar el poder: “siempre estamos en favor de la "santa guerra di tutti gli oppressi per la conquista delle Loro patrié!" (¡una guerra santa de todos los oprimidos, por la conquista de su propia patria!” [17]

 

Este enfoque se combinó con la lucha por la revolución socialista. De ahí que la consigna central de los bolcheviques fuera la “guerra civil”: “La transformación de la actual guerra imperialista en guerra civil es la única consigna proletaria justa.” [18]

 

También en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía.” [19]

 

Los bolcheviques concretaron su estrategia de transformar la guerra imperialista en una guerra civil de la siguiente manera:

 

Como primeros pasos hacia la transformación de la actual guerra imperialista en guerra civil hay que señalar los siguientes: l) negarse incondicionalmente a votar los créditos de guerra y salir de los ministerios burgueses; 2) romper por completo con la polirica de "paz civil" (bloc national, Burgfrieden); 3) crear una organización clandestina en todas partes donde los gobiernos y la burguesía supriman las libertades constitucionales al implantar el estado de guerra; 4) apoyar la confraternización de los soldados de las naciones beligerantes en las trincheras y en los teatros de operaciones en general; 5) apoyar todo género de acciones revolucionarias de masas del proletariado.[20]

 

Los bolcheviques eran plenamente conscientes de que la guerra imperialista inevitablemente provoca una situación explosiva objetiva que había que aprovechar para hacer avanzar la lucha de clases: “Es indudable que la guerra ha creado la más grave de las crisis y acentuado increíblemente las calamidades de las masas. El carácter reaccionario de esta guerra, las mentiras desvergonzadas de la burguesía de todos los países, que disimula sus objetivos de rapiña con una ideología "nacional", suscitan ineludiblemente, en la situación revolucionaria objetiva que se ha creado, un espíritu revolucionario entre las masas. Nuestro deber es ayudar a que las masas adquieran conciencia de ese espíritu, profundizarlo y darle forma. Esta tarea sólo la expresa certeramente la consigna de la trasformación de la guerra imperialista en guerra civil, y toda lucha consecuente de clase durante la guerra, toda táctica de "acciones de masas", aplicada en serio, conduce de modo inevitable a dicha trasformación. No podemos saber si un fuerte movimiento revolucionario estallará con motivo de la primera o de la segunda guerra imperialista de las grandes potencias, o si estallará en el curso de esta guerra o después de ella, pero de todos modos nuestro deber ineludible es trabajar de un modo sistemático y firme en esa dirección.” [21]

 

 

 

Agitación bolchevique contra la guerra en Rusia

 

 

 

Los bolcheviques en Rusia pusieron todo su empeño en resistir las movilizaciones por la guerra imperialista. A pesar de sufrir una ola de detenciones masivas en las semanas anteriores, distribuyeron folletos ilegales en San Petersburgo y otras ciudades en julio, agosto y septiembre de 1914. Además, intentaron organizar manifestaciones callejeras y protestas de soldados reclutados. En su propaganda, los bolcheviques defendían consignas como “¡Abajo la guerra!”, “¡Abajo el régimen zarista!” Y “¡Viva la Revolución!”. También levantaron consignas como “¡Organízate políticamente!” Y “Consíganse las armas, ¡el tiempo se acaba![22]

 

Alexander Shlyapnikov, uno de los líderes bolcheviques durante el período de guerra, informó en sus recuerdos sobre la agitación pacifista del partido en las calles y en las fábricas. Cita de un folleto, publicado por el Comité de San Petersburgo del partido al comienzo de la guerra:

 

"'¡Abajo la guerra! ¡Guerra contra la guerra! debe rodar poderosamente a través de la ciudad y la aldea por igual a lo ancho de nuestra Rusia. Los trabajadores deben recordar que no tienen enemigos en la frontera: en todas partes la clase obrera está oprimida por los ricos y el poder de los propietarios. En todas partes está oprimido por el yugo de la explotación y las cadenas de la pobreza. (…) Sin tener tiempo para lavar la sangre de los trabajadores de las calles de San Petersburgo y solo ayer calificando a toda la clase obrera de San Petersburgo, así como a todos los trabajadores de Rusia, como "enemigos internos" contra los cuales los cosacos salvajes y la policía mercenaria entraron en acción, ahora piden la defensa de la patria. ¡Soldados y trabajadores! Estás siendo llamado a morir por la gloria del látigo cosaco y por la gloria de una patria que mata a los campesinos y trabajadores hambrientos y estrangula a sus mejores hijos en la cárcel. No, no queremos la guerra, debes declarar. Queremos la libertad de Rusia. (…) ¡Abajo la guerra, abajo el gobierno zarista! ¡Larga vida a la revolución![23]

 

En otro folleto, distribuido en otoño de 1914, llamaban a los trabajadores a organizarse y conseguir armas para la lucha que se avecinaba. [24]

 

 

 

Trotsky continúa la lucha revolucionaria contra la guerra imperialista

 

 

 

Más tarde, después de que la burocracia estalinista transformó a la Internacional Comunista en una fuerza revisionista, Trotsky y la Cuarta Internacional continuaron luchando por un programa revolucionario derrotista contra la guerra imperialista. Poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Trotsky declaró:

 

El derrotismo es la política de clase del proleta­riado, que incluso durante la guerra ve a su principal enemigo en casa, en su propio país imperialista. El patriotismo, en cambio, es una política que ubica a su principal enemigo fuera de su propio país. La idea del derrotismo significa en realidad lo siguiente: llevar adelante una irreconciliable lucha revolucionaria contra la propia burguesía como enemigo principal, sin detenerse por el hecho de que esta lucha pueda causar la derrota de propio gobierno; dado un movimiento revolucionario la derrota del propio gobierno resulta el mal menor”. [25]

 

Además, Trotsky enfatizó que el movimiento obrero solo estará preparado para la lucha contra las guerras imperialistas si ya ha aprendido a oponerse a "su" estado imperialista en tiempos de paz.

 

La defensa del estado nacional, sobre todo en la que fue su cuna -la balcanizada Europa-, es desde todo punto de vista un objetivo reaccionario. El estado nacional, con sus fronteras, pasaportes, sistema mone­tario, mercancías y ejército para proteger sus mercancías, se transformó en un tremendo impedimento para el desarrollo cultural y económico de la humanidad. El objetivo del proletariado no es la defensa del estado nacional sino su liquidación total y absoluta. (...) El "socialista" que predica la defensa del estado nacional es un reaccionario pequeñoburgués al servicio del capitalismo decadente. Sólo el partido que ya en época de paz luchó irreconciliablemente contra el estado nacional puede no atarse a éste durante la guerra, puede seguir el mapa de la lucha de clases y no el de las batallas bélicas. La vanguardia proletaria únicamente se volverá invulnerable a toda suerte de patriotismo nacional si comprende plenamente el rol objetivamente reaccionario del estado imperialista. Esto significa que sólo se puede romper con la ideología y la política de la "defensa nacional" desde la perspectiva de la revolución proletaria internacional”. [26]

 

Fue durante los años 1914-1916 cuando surgió la categoría de “derrotistas” y “derrotismo”. Inicialmente fue utilizado por los oponentes de los bolcheviques que los acusaron de abogar "antipatrióticamente" por la derrota (en ruso: "porashenzy" - "los que abogan por la derrota"). Sus enemigos social-patriotas fueron llamados "Oboronzy" - "los que defienden la patria". Además, la categoría "derrotismo" también se utilizó (incluso por los bolcheviques) para describir un estado de ánimo generalizado en la sociedad de falta de apoyo a los esfuerzos de guerra de la clase dominante.

 

Los bolcheviques recogieron esta categoría y se identificaron positivamente con ella. Grigori Zinoviev, quien editó junto con Lenin el órgano central de los bolcheviques durante la Primera Guerra Mundial publicado en Suiza, escribió en un artículo programático en octubre de 1916: “Es imposible ser un internacionalista consecuente en la guerra imperialista de 1914-1916 sin ser un 'derrotista'.” [27] Posteriormente, los bolcheviques, la Internacional Comunista y la IV Internacional utilizaron la categoría de “derrotismo” o “derrotismo revolucionario” de manera más sistemática.

 

También vale la pena señalar que la estrategia de derrotismo de los bolcheviques podría basarse en declaraciones de marxistas anteriores. Gregory Zinoviev señaló que Jules Guesde, un pionero del marxismo en Francia, abogó por el "derrotismo" en ambos lados cuando Rusia y Gran Bretaña estuvieron cerca de la guerra por Afganistán en 1885.

 

En 1885, Jules Guesde se regocijó por la amenaza de guerra entre Rusia e Inglaterra con la esperanza de que una revolución social surgiera de tal catástrofe. Cuando Guesde actuó de esta manera, cuando llamó al proletariado a utilizar la guerra entre dos potencias gigantes para acelerar el desencadenamiento de la revolución proletaria, era mucho más marxista que en la actualidad cuando, junto con Sembat, lleva sobre la tradición del "gran orador pacifista Jean Jaurès".” [28]

 

Guesde publicó en ese momento un artículo titulado "Larga vida a la guerra" en el que caracterizaba a Gran Bretaña y Rusia como "igualmente opresivas, aunque de diferentes maneras". Guesde explicó que cualquiera de los dos gobiernos sea derrotado, será algo bueno “para nosotros”, es decir, para el socialismo.

 

“La derrota de Rusia significaría el fin del zarismo, la liberación política de Rusia. (…) Y el primer resultado, el resultado inevitable de una revolución política en Petersburgo será la liberación de los trabajadores alemanes. (…) La derrota de Gran Bretaña no tendría ni menos ni menos consecuencias ventajosas. (…) Podría liberar a Irlanda del estado de sitio (…) mientras que Sudán - y en consecuencia Egipto - podría liberarse a sí mismo (…). Poco después del primer infortunio de Inglaterra, comenzaría la separación de las colonias más grandes y explotadas...” [29]

 

Zinoviev resumió el enfoque de Guesde: “La guerra entre Inglaterra y Rusia podría acelerar la solución, el fin del orden social burgués. Pero, ¿la victoria de quién y la derrota de quién es deseable? Inglaterra o Rusia? Deseo la derrota de ambos.” [30]

 

Unos años más tarde, la Internacional Comunista resumió la experiencia de la lucha revolucionaria contra la guerra imperialista. En una declaración programática, adoptada por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en marzo de 1922, enumeró las siguientes medidas como apropiadas en la lucha antimilitarista.

 

Partiendo de estos hechos y consideraciones, el Ejecutivo ampliado de la Internacional Comunista declara que la única defensa efectiva contra el peligro amenazante de la guerra es una revolución proletaria... Los representantes reunidos de 36 naciones, por lo tanto, consideran que es deber de todos los partidos comunistas prepararse ideológica y organizativamente para la lucha de clases revolucionaria más intensa para evitar la guerra. Como medios para este fin, sugieren:

 

1. Educación sistemática de las masas trabajadoras, incluidos los jóvenes, sobre las causas y el carácter de las guerras.

 

2. Llevar ante el tribunal de las masas más amplias todos los problemas y decisiones relativas a política exterior, armamento, etc.

 

3. Propaganda legal e ilegal bien organizada entre las fuerzas y formaciones armadas de todo tipo para iluminarlas sobre estas cuestiones.

 

4. Imbuir al proletariado de la determinación de impedir el transporte de tropas y pertrechos del ejército por todos los medios y a cualquier precio, en caso de que estalle la guerra imperialista.

 

5. Fortalecer la voluntad revolucionaria de las masas más amplias de luchar contra el estallido de la guerra imperialista mediante manifestaciones callejeras, huelgas generales, levantamientos armados…

 

6. La creación de órganos legales e ilegales para trabajar en la ejecución de estas tareas.

 

7. La creación de organismos e instituciones legales e ilegales para asegurar una cooperación internacional unificada y enérgica de los comunistas en aquellos países entre los que las contradicciones son más agudas”. [31]

 

Con el mismo espíritu definieron los trotskistas estadounidenses las tareas de los revolucionarios en la preparación de la guerra imperialista: “Mientras tanto, al llevar a cabo la lucha diaria, es deber de los marxistas prepararse para la crisis de la guerra. Para ello, deben exponer constantemente los planes de guerra de las potencias imperialistas; deben resistir la militarización de las masas; deben dejar claro a la clase trabajadora cada paso en el progreso hacia la guerra; deben combatir la propaganda de la guerra patriótica; deben ayudar a fortalecer ideológica y materialmente las organizaciones de los trabajadores, para que no sean aplastadas al estallar la guerra. Y deben exponer en todas partes y en todo momento a los engañadores y traidores en la lucha contra la guerra, de cualquier campo, a los que se preparan, mediante mil y un artificios, para entregar a los trabajadores a los guerreros.” [32]

 

¡Estas tácticas no han perdido validez desde entonces!

 

 

 



[1] Eleanor Marx Aveling, la hija de Marx, resumió acertadamente la visión de su padre de la Rusia zarista como “el mayor enemigo de todo avance, el mayor bastión de la reacción.” (Karl Marx: The Eastern Question. A Reprint of Letters written 1853-1856 dealing with the events of the Crimean War, Editado por Eleanor Marx Aveling y Edward Aveling, Swan Sonnenschein & Co, London 1897, p. ix)

[2] K. Marx y F. Engels: La Política Exterior de Alemania y los últimos acontecimientos de Praga (1848), en: Las Revoluciones de 1848. Selección de artículos de la Nueva Gaceta Renana, Fondo de Cultura Económica, p. 186-187.

[3] Ver sobre esto, además de las dos colecciones de escritos de Marx sobre estos temas mencionadas antes, por ejemplo, Karl Marx: Die Geschichte der Geheimdiplomatie des 18. Jahrhunderts. Über den asiatischen Ursprung der russischen Despotie, Berlin, Olle & Wolter, Berlin 1977; David B. Rjazanov, Karl Marx über den Ursprung der Vorherrschaft Rußlands in Europa. Kritische Untersuchungen, in: Karl Marx, Die Geschichte der Geheimdiplomatie des 18. Jahrhunderts; M. Pokrowski: Geschichte Russlands von seiner Entstehung bis zur neuesten Zeit, C.L.Hirschfeld Verlag, Leipzig 1929; M. Pokrowski: Russische Geschichte, Berlin 1930; Paolo Dalvit: Die Außenpolitik im Klassenkampf. Die Position von Marx und Engels zum Krimkrieg; Hanno Strauß: Von Engels’ „Panslawismus“ zu Marx’ "Geheimdiplomatie“. Eine Herleitung politischer Ambitionen; ambos ensayos se han publicado en: Marx und Russland. Beiträge zur Marx-Engels-Forschung Neue Folge 2012, Argument, Hamburgo 2014, pp. 9-20 resp. 83-104

[4] V. I. Lenin: Una Caricatura Del Marxismo y el "Economismo Imperialista" (1916), en: Lenin. Obras Completas, Tomo 24, Editorial Progreso, p.38-39, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/akal/lenin-oc-tomo-24.pdf

[5] Sobre la guerra ruso-japonesa de1904-1905, ver, p. John W. Steinberg, Bruce W. Menning, David Schimmelpenninck, Van Der Oye, David Wolff, Shinji Yokote (Eds.): The Russo-Japanese War in Global Perspective. World War Zero, Vol. I and II, Brill, Leiden 2005 and 2007; J. N. Westwood: Russia against Japan, 1904-1905: A New Look At the Russo-Japanese War, State University of New York, 1986; Evgeny Sergeev: Russian Military Intelligence in the War with Japan, 1904–05. Secret operations on land and at sea, Routledge, New York 2007; Rotem Kowner: The Impact of the Russo-Japanese War, Routledge, New York 2007; Josef Kreiner (Ed.): Der Russisch-Japanische Krieg (1904/05), V&R unipress, Göttingen 2005

[6] V. I. Lenin: La caída de Port-Arthur (1905), en: Lenin. Obras Completas, Tomo 9, Editorial Progreso, p. 159

[7] V. I. Lenin: La Autocracia y el Proletariado (1904), en: Lenin. Obras Completas, Tomo 9, Editorial Progreso, p. 136-137, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo09.pdf

[8] V. I. Lenin: La caída de Port-Arthur (1905), en: Lenin. Obras Completas, Tomo 9, Editorial Progreso, p. 159